Partimos desde el mismo Rodellar, situado a 752 mts de altitud, sobre un espolón rocosa que domina las asperezas y acantilados del cañón más emblemático de la Sierra de Guara: el Barranco del Mascún. Entre carrascas y muros de piedra seca alcanzamos el pequeño núcleo de Cheto, prácticamente deshabitado. Nuestro camino prosigue atravesando el barranco de Fornocal, ascendiendo por la Loma Antillosa, a nuestra izquierda queda el espolón de la Virgen del Castillo, alcanzamos Turuezo (1175mts). Aquí una pequeña parada para contemplar la preciosa panorámica que nos regala la altura, por un lado el barranco del Mascún y en el horizonte el Monte Perdido.
Entre erizones y gayubas cresteamos atravesando un terreno bastante humanizado con aterrazamientos para la agricultura, algún refugio de pastor. El tipo de vegetación nos da a pensar que éste fue terreno de intensa ganadería en tiempos pasados. Paso a paso, el camino nos sorprende con cambiantes paisajes que lo hacen muy ameno y entretenido. Atravesamos el Barranco As Gleras donde comenzamos un ligero descenso que enseguida se convierte de nuevo en ascenso. Llevamos dos horas caminando y realizamos la primera parada para reponer fuerzas.
El camino nos seduce cada vez mas. Sabinas, carrascas, bojes, gayubas y un sinfín de rastros y huellas de una fauna escondidiza, hozadas de jabalí, huella de cabras asilvestradas, excrementos de zorro y siempre bajo la atenta mirada de los buitres leonados que sobre vuelan nuestros pasos.
Seguimos cogiendo altura, llegamos al Puntarón (1231 m), desde aquí una bonita estampa de la iglesia de Bagüeste y a sus espaldas las cimas nevadas de Monte Perdido, Cotiella y Peña Montañesa. Todos detenemos el paso parar recrearnos con las vistas.
Y a nuestros pies... la evidencia de que todo lo que alcanza nuestra vista, hace millones de años, fue un antiguo mar donde habitaban, entre otros, unos pequeños seres unicelulares que conocemos como nummulites (dineretes) que tapizan nuestro camino.
Seguimos avanzando a la espera de mas sorpresas. Comienza el descenso hacia el Saltador de las Lañas. Para ello tenemos que atravesar una faja cuyas paredes están llenas de oquedades que usan los buitres y tapizadas de petrocoptis, unas pequeñas plantas rupícolas que luchan por sobrevivir en un ambiente hostil.
Abajo la cascada de Peña Guara, pozas y badinas que nos cautivan y motivan a seguir caminando...
El paisaje espectacular, fruto de la erosión fluvial que tras miles de años a moldeado las rocas creando caprichosas pero impresionante formas.
Por fin llegamos al Saltador de las Lañas, y no podemos resistirnos a parar y disfrutar de esta belleza natural.
Emocionados , seguimos nuestro camino, ahora por la margen derecha (orografica) del Mascún, ascendiendo por la faja de Raisen hasta alcanzar Otín uno de los tantos pueblos deshabitados de la Sierra de Guara. Ya han pasado cerca de 5 horas desde que salimos de Rodellar.
Tras comer, y bajo la atenta mirada del tiempo cambiante, reanudamos la marcha de regreso a Rodellar. De nuevo un paisaje humanizado, guiados por muros de piedra seca y caminos empedrados atravesamos un robledal con algún que otro roble centenario.
A pesar de que los árboles todavía están desnudos, nos alegran la vista las prímulas, narcisos y violetas que nos demuestran que ya estamos en primavera.
Tomamos el camino de la Costera de Otín, que nos hace descender en zig-zag hasta el mismo Mascún. Imponentes formas rocosas como la Ciudadela o la aguja conocida como la Cuca de Bellosta nos dejan con la boca abierta.
El cauce alto del Mascún nos hace atravesarlo varias veces saltando de piedra en piedra, un bonito final con la fuente del Mascún y el Delfin.
Tras 8 horas de camino llegamos a Rodellar,encantados con esta ruta que nos ha descubierto uno de los rincones mas bonitos de la Sierra de Guara.
Todas la fotos aquí
Esperando que os animéis la próxima salida,y disfrutar como nosotros lo hemos hecho.
Fidel, Carlos, Bernardo, Jose Luis, Nacho y Selma.