domingo, 4 de octubre de 2020

VIVIENDO EL VERO CON LOS MONKAYISTAS. EXCURSION A LA ERMITA DE SAN MARTÍN


20 de Agosto 7:45.am Jaca. Chicos levantad!!! Ultima llamada…Aran sube la persiana y la luz invade la habitación, entra aroma “a Jaca”, esa mezcla de frescor, verde y aire sin contaminar, los ojillos de Mikel surgen de una posición imposible en la bola de sábanas, vivos e inquisidores como siempre y apunta “Hoy nos vamos de excursión con los Monkayak”. Vencida la pereza inicial todo parece ir mucho más fluido, desayunamos con un profundo ambiente a tortilla de patata y preparativo y cogemos el coche una hora y media después, acelerados y con ganas, pero retrasados como siempre.


Uno siempre se pregunta como funciona la cabeza de Selma con esto de los planes, y una vez reconocidas las limitaciones, miro el punto en el móvil y le dejamos a Google Maps hacer el trabajo para llevarnos al “Parking Rio Vero”. Con la confianza puesta en la tecnología las preocupaciones se centran en las propias de conducir y en la lista adecuada de Spotify.

Al salir desde el Pirineo nuestra ruta es algo diferente Jaca, Sabiñanigo, cogemos  allí el desvío a la N260, increíble carretera pirineaica, en la que uno olvida que está en Aragón, hasta Boltaña en la que la realidad nos devuelve a la A2205, donde la única velocidad razonable es la que permite entregarse al paisaje y el universo entre la segunda y tercera marcha. Un pequeño sobresalto cuando la carretera se convierte en una pista de tierra durante 15km, creemos que por obras, y entramos de lleno en el corazón del “Parque Natural de la Sierra y los Cañones de Guara”.

Atravesamos bonitos pueblos con indicaciones, como el Esconjuradero de Guaso, tras hora y media de viaje llegamos efectivamente  a un parking, bastante concurrido en el que el Vero se adivina como a el le gusta, profundo, excavado en la caliza y retorcido por miles de años de cabezonería aragonesa en al lucha de agua y roca.

El calor comienza a apretar y explica porque la vegetación se muestra agostada y seca, y sólo la línea verde del río permanece firme, un cruce de Whatsapps nos dice que a 15minutos se encuentra la tribu que ha partido desde Zaragoza, y la inconfundible furgo azul con ventanillas abajo y comando femenino en primera línea, aparece un ratito después.



Presentaciones, saludos nerviosos tipo COVID, en esa distancia que corta los necesarios besos y abrazos pero con brillo de ojos y nervios, un pequeño espacio para almorzar, preparar calzado y bolsas estancas, protector solar y poca ropa porque por fría que esté el agua el sol ya quema y sólo apetece mojarse.



Empezamos la primera parte de la excursión bajando a la ribera del río, por una senda bajamos hasta una pequeña presa, la estación de aforo del río Vero,  no se porqué siempre que uno se acerca a un río le invade una mezcla de respeto y nervios, la presa luce cristalina y vemos ya algunas indicaciones a las pinturas rupestres, algún pequeño grupo en la presa y otros subiendo por polvorientas sendas en busca de los abrigos que esconden las pinturas rupestres. Enormes farallones de roca de 200m de altura nos van rodeando, mientras empezamos a pisar el rio, Selma entra rápido y como siempre nos mira con esa incrédula cara de “¡Aquí hemos venido a mojarnos!”.

 Empezamos a bajar el cauce, y nos dirigimos a ratos por el agua a ratos por sendas. Llegamos pronto al azud de la presa del Molino, entre la maleza se adivina un bonito edificio abandonado, que no es otro que el Molino de Lecina. 


Selma nos muestra el edificio que desde la senda apenas se distingue entre zarzas y que resulta toda una demostración de arquitectura sostenible al ver como su construcción se basa en los materiales que buenamente han podido extraerse de las cercanías.

Seguimos el camino en dirección a la Ermita de San Martín de la Choca, el río se muestra humilde y mansado pero sus paredes verticales nos muestran un trabajo de muchos años.

Poco a poco nuestra timidez inicial va pasando con el agua y cada vez se oyen más risas y chapoteos, tropezones que acaban en mojado y alguna sorpresa como un buitre joven muerto en una de las riberas, recordando que la naturaleza siempre tiene sus reglas y que lo que hoy luce apacible y tranquilo mañana puede ser furioso y bravo.


La felicidad comienza a fluir, niños que juegan a ser mayores en sus saltos y hazañas y mayores que recuerdan días de niñez, las aguas frías nos abrazan y recuerdan que durante mucho tiempo el río ha sido vida y sustento, son esos instantes en que uno se funde con el cauce y siente el privilegio de los espacios perdidos, cada vez más escasos, cada vez más preciados en los que rendir tributo a cosas más grandes que apenas alcanzamos a entender.

Avanzamos por cada curva del río hasta llegar a la desembocadura seca del barranco Basender en la que la roca nos abraza a modo de visera pétrea, entre árboles, cielo y cantos rodados por el agua.

Después abandonamos un rato el cauce para por el bosque de ribera disfrutar de una pequeña aula de naturaleza, armados con lupas viendo hongos y líquenes y algún endemismo local como la “petrocoptis guarensis” o romperrocas que nos ofrecen experiencias únicas para recordar este día.

Al final del camino nos espera la ermita, tiempo para tomar un bocado sentarse y en el que el grupo ya fluye, nos refugiamos a la sombra porque el sol aprieta, y entre picoteo y risas decidimos emprender el regreso.





A la vuelta puede decirse que ya somos uno con el río, saltos, gritos, improvisados Jacuzzis y ese dejarse llevar aunque ahora vayamos contracorriente, en las últimas pozas en las que hay suficiente profundidad, comienza alguna divertida competición de saltos y chapuzones en la que hasta los más precavidos acaban picando.


Volvemos al parking felices y con ganas de más, decidimos ir a comer a Lecina a los pies de su carrasca milenaria


Compartimos cositas ricas en una tarde de canícula y a los pies del majestuoso árbol mientras unos saborean, otros duermen y otros no pueden parar de seguir planeando el siguiente movimiento, para exprimir el día.

Antes de separarnos algunos suplicamos por un café que nos reinyecte vida y acabamos en el camping de Lecina donde entre cafés, charlas y risas se va hilvanando la despedida de un día que no quiere terminar.

Decimos adiós, con ese gusto de haber compartido un buen día, al final del cual te llevas en el corazón a 3 o 4 personas, que en un ambiente diferente al del club te han contado de su trabajo, vida esperanza, a las que pones nombre, lugar y un sitio en el que SER para tu corazón. Cuando rompemos aquella barrera de lo que parece y abrimos un poco de nuestras vidas es curioso ver como conectamos, y las verdades que el río conoce, afloran y uno entiende porque no siempre la casualidad nos lleva a compartir y estar con almas gemelas.

De vuelta unos van a Zaragoza y esta familia vuelve a Jaca en un camino que se va llenando de paradas y el que aprovechamos para entrar en Arcusa y Guaso y allí ver la Iglesia y el Esconjuradero, que disfruta de una amplia panorámica hacia el norte disfrutando de el valle del Ara, Monte Perdido, los Treserols y la zona de Peña Montañesa, según es habitual también en los Esconjuraderos, cuya misión de ejercer un "control de la climatología" aconsejaba situarlos en ubicaciones dominantes respecto al territorio circundante.

Alguna parada más y el día terminará muy tarde, pero de fondo al cerrar los ojos entre cansancio uno sonríe, será aquello de la fluviofelicidad que alguna vez escuché.

 

Autor: Pedro Cotera 

ALBUM DE FOTOS


 

martes, 18 de agosto de 2020

DESCENSO DEL EBRO, REMANDO POR LA ESPERANZA.

 

Una noche de noviembre, cenando en la Finca del Mazo- Cantabria,  Ivan, Lucia M., Juancho, Selma, y Tere, Adrián nos dijo: “Chicos, quiero hacer un reto vinculado al piragüismo y a todo lo que nos une”… Nosotros le dijimos: "Pues, porque no hacemos el Descenso del río Ebro, desde su nacimiento a su desembocadura y le buscamos una causa solidaria??" ... pocas palabras más hicieron falta.... la maquinaria empieza a funcionar…


Aunque los meses de confinamiento mantuvieron la idea en estado latente… la nueva normalidad nos brindó un
 poquito de esperanza para poder realizarlo.

Que se conozca, solo hay cuatro personas que han bajado el río Ebro de manera integral desde Fontibre hasta el Delta, y los cuatro son de Zaragoza.  Con intención, pero de manera casual, contactamos con C L de Primera José Pastor, que tal escuchar la idea… enseguida se ofreció a colaborar de guía y ayudarnos en todo lo posible. Pero…. ¿Cuál era nuestro reto?

…Revivir la hazaña que  Ángel Hernández Fajardo (D.E.P) y su hijo, primero  y José Pastor y su hijo José Enrique Pastor,  después, hicieron navegando los 930 km de rio Ebro desde su nacimiento a la desembocadura. 

Heraldo de Aragon

Pero además, queremos dar visibilidad a la diversidad funcional y sobre todo a las enfermedades mitocondriales.  El amor al río y el agua como motor de vida, nos lleva a realizar esta aventura, un reto adaptado a las características de nuestro protagonista Adrián Martínez, con el objetivo de concienciar sobre las enfermedades mitocondriales y recaudar fondos para la investigación.

Adrián tiene enfermedad mitocondrial y es miembro de la junta directiva de AEPMI. Las enfermedades mitocondriales son genéticas, crónicas y degenerativas, los enfermos dependen de los avances en investigación.

Así que , que mejor forma para visibilizarlas que con lo que mas nos gusta hacer… disfrutar remando en los ríos.

Dadas las característica de Adrián, diseñamos 16 etapas, las más representativas y con kilometrajes que pudiéramos distribuir a lo largo del día haciendo descansos y disfrutando todo lo posible, quitando las zonas más peligrosas y menos accesibles. Así quedo el planing:


Pero los rebrotes de la pandemia en Aragón, hizo replantearnos el reto… pero no queríamos dejar de hacerlo, así que se nos ocurrió, que cada uno desde su casa, Adrián en el río Tajo y nosotros en el río Ebro, fuéramos remando los kilómetros de cada etapa de los días previstos. Y así lo hicimos, pero además hicimos un llamamiento a todos nuestros amigos piragüistas para que, desde sus casas, se unieran a nosotros sumando kilómetros. 

        

 









La acogida no pudo ser mejor, Adrián estuvo todos los días acompañado por sus familiares, amigos y compañeros del club Escuela Piragüismo Aranjuez, y en Zaragoza todo el club Monkayak Hiberus su sumo, cada uno dentro de sus posibilidades, hacer kilómetros por esta bonita causa.

Aprovechando que en Zaragoza hicimos los kilómetros en el río Ebro, y siempre respetando las recomendaciones sanitarias de no salir de la provincia realizarnos las etapas correspondientes al tramo Aragonés, el C L de Primera José Pastor nos acompañó en todas ellas, y tuvimos la suerte de revivir su hazaña recordando anécdotas y momentos intensos conforme avanzamos en los kilómetros y por supuesto  siempre presente, en nuestros pensamientos y comentarios, estuvo Adrián.  



Disfrutamos de grandes contrastes paisajísticos, de rápidos, corrientes, azudes, obras de ingeniería hidráulica que interpretaban los usos tradicionales del río, algunos en desuso y otros en pleno rendimiento. Pudimos vivir el río, unirnos a él y mimetizarnos entre su flora y su fauna siempre bella y asombrosa.


   

Todos los días, gracias a las nuevas tecnologías pudimos vivir el reto juntos, viviendo la emoción y el cansancio, comentado los tramos, quien se había unido, y los felices que nos sentíamos por poder hacer esto y compartirlo, visibilizando las enfermedades mitocondriales.


 

No solo remamos 240 km en 7 días, sino que juntos, todos los que os habéis unido al reto, hemos  sumado 2627,51 kilómetros.

 

¡Juntos remamos por la esperanza! 

Gracias a todos los que os habéis unido y lo habéis hecho posible.

 Ver las fotos del reto aquí



domingo, 28 de junio de 2020

PEÑAS DE HERRRERA DESDE TALAMANTES




Participantes: Alberto, Carmen, Olga, Raul y Selma
Altitud mínima 836mts  y máxima 1.505 mts.
Desnivel + 685 mts. Desarrollo 14,54 km.


El pasado 31 de mayo, Salimos de Zaragoza a las 8,30 h. dirección Talamantes punto desde el que comienza nuestra ruta, pintoresco lugar situado al pie del derruido castillo y con las Peñas de Herrera al fondo. Dejamos el coche en el parking de entrada al Pueblo. Atravesamos la localidad en busca de las marcas rojas y blancas GR 90.1 que nos guiaran en la subida, ya en ruta subimos por  el frondoso Barranco de Valdelinares por sendero rodeado de chopos, majuelos y encinas.
Tras 1 hora de subida suave amenizada por Raúl y las clases de botánica de Selma el sendero da un giro y tras un repecho llegamos al collado de Valdelinares, paramos a beber un poco, desde aquí divisamos las Peñas de Herrera y dirección al valle un bonito mar de nubes.
Seguimos por la senda que hace divisoria con el municipio de Añón de Moncayo y que nos conduce a las Peñas





La senda sube de manera continua entre matorrales de flores de diversos colores; Blancas (Guillomo), amarillas (narcisos), moradas (Orquídeas), un disfrute para la vista.

                                










Ya solo queda el último repecho para llegar al collado de las Peñas de Herrera, entre la Peña de Enmedio y la del Camino. 




Olga y Carmen van directas al collado mientras Selma, Raúl y Alberto deciden subir a la Peña Del Camino. La vista es espectacular pudiendo ver por un lado un mar de nubes que cubre todo el valle y por otro la sierra  del Moncayo con sus cimas y nosotros rodeados de grandes Peñascos.






Han pasado 2 horas desde el inicio de la ruta y estamos en la zona más alta de hoy, aquí nos protegemos al pie de la Peña del Medio y decidimos reponer fuerzas bocatas, frutos secos fruta, … .



La vista desde este punto hacia la sierra del Moncayo es muy gratificante,  ya con el ánimo repuesto nos ponemos de nuevo en camino, continuamos el sendero que nos rodeará el Alto del Picarròn  y continuamos por pista descendiendo por el cordal de Ambel y Añon hasta el collado de Campo donde paramos a observar el LIC barranco Valdeplata que se dirige al pueblo de Trasobares.



En este puno cogemos bifurcación hacia la izquierda por el Barranco Val de Treviño que nos llevara primero por bosque de pinos hasta Talamantes. En total han sido 4 h. 10 min.  De recorrido.

            



Ya en el pueblo nos dirigimos al bar donde nos tomamos un refresco y charramos sobre la excursión y otras cosicas … . El tiempo ha cambiado y en estos momentos nos amenaza tormenta, menos mal que hemos finalizado, así que nos dirigimos al parking y nos volvemos a Zaragoza.
Buena actividad para retomar después de unos meses recluidos en nuestros domicilios, donde hemos descubierto la Cara Oculta de la dehesa del Moncayo sorprendiéndonos su belleza llena de flores y vegetación, un ambiente alegre en todo momento donde no han faltado chistes risas e historietas durante el recorrido.

Autor: Alberto Navarro