Nos
encontramos en el aparcamiento que hay junto al parque de la Conchada, en
Biescas, con un magnífico día, soleado, aunque bastante fresco todavía. Raúl y
Miguel vienen juntos desde Zaragoza y yo bajo desde Sallent.
Tras preparar los últimos detalles, partimos a las 10.06, camino de Orós Alto.
Hoy nuestro objetivo será completar la ruta número 10, perfectamente señalizada
por la comarca del Alto Gállego, cuyo punto culminante en cuanto a altitud se
refiere será el pueblo abandonado de Casbas. Pero a escasos minutos de
partir Raúl se da cuenta de que no lleva guantes…En un primer momento
Miguel y yo decidimos esperar, pero Miguel decide que con el frío mañanero no
le vendría nada mal una cinta polar de esas que se ponen en la cabeza, para
tapar las orejas, así que nos damos la vuelta y nos encontramos los tres en el
aparcamiento de nuevo.
Después de buscar y no encontrar los guantes, se da cuenta Raúl de que
están…encima de una rueda de su coche!! Al final partimos y salimos dirección
Orós Alto por fín. La ruta 10 se desvía de la carretera a la derecha por un
camino que parece un paseo, paralelo a la carretera, pero como Raúl dice que
acaba desembocando en la carretera de nuevo, continuamos por ésta sin
abandonarla.
Pasamos Orós Alto y llegamos a Orós Bajo apenas 10 minutos después, notando
todavía el frio en el cuerpo. Una gozada poder disfrutar del idílico paisaje de
prados verdes y vacas pastando, desde una perspectiva del valle bastante
desconocida, acostumbrados como estamos a verlos desde la carretera nacional.
Por este último pueblo, Raúl nos hace una visita guiada por sus bonitas y
escasas calles, y tras charlar con el alcalde, conocido de Raúl, partimos en
dirección a Oliván, por un bonito sendero, que llega a éste último pueblo por
un trazado mucho más directo que la carretera. Empezamos a disfrutar del
ciclismo de montaña.
Tras cincuenta minutos desde la partida, llegamos a Oliván, apenas 9 kilómetros
y medio de recorrido. Nos lo estamos tomando con mucha calma. Nos adentramos en
el barranco de Oliván, y al cabo de pocos metros, continuamos por una pista que
parte a mano derecha, en un principio paralela al barranco, y que luego girará
dirección sur, rumbo a Susín.
Esta pista tiene una pendiente asequible, el principal problema será el barro,
que no nos abandonará hasta que tomemos el sendero de bajada. Casi todo el
recorrido es muy umbrío de modo que cuando entra la humedad, difícilmente se
va, así que debe permanecer embarrado una buena parte del año.
Tras aproximadamente 3.3 kilómetros de pista, un desvío hacia la derecha
en descenso conduce a Susin, apenas a unos 300 o 400 metros más
adelante.
El pueblo es precioso, está situado sobre verdes prados, en una amplia
llanura colgada sobre el valle, con unas hermosas vistas. No puede ser más
idílico. Está muy bien conservado a pesar de estar abandonado, al parecer hay
una asociación que se encarga de mantenerlo en buen estado, y hay varias
puertas para el ganado dentro del pueblo. En fín, que se luce el
esfuerzo.
Perdemos tiempo en verlo detenidamente, especialmente la espectacular iglesia.
Hacemos fotos, comemos algo y nos acercamos hasta una ermita que hay unos 150
metros alejada del pueblo.
Proseguimos camino, volvemos a la embarrada pista, y un kilómetro despues
gira dirección este, y se empieza a empinar de verdad, ahora sí.
Miguel y yo llegamos a echar pie al suelo, no pudiendo reanudar la marcha
hasta llegar a un pequeño rellano que hay a la altura del desvio de
Casbas, pueblo también abandonado, apenas un par de casas. Raúl,
inmutable, sigue hacia arriba por la pista, que cada vez se empina más, lo que
sumado al barro hace que sea muy difícil proseguir la marcha.
Decidimos poco después dar la vuelta, y en Casbas, hay que abandonar la pista y
se desciende por un sendero precioso, para disfrutar de la bicicleta de
montaña. El primer tramo transcurre íntegro por el bosque. Hay curvas
cerradas, obstáculos, de modo que Miguel y yo tendremos que bajar de
la bici un par de veces (por lo menos), Raúl va más sobrado y no hay obstáculo
que se le resista.
Luego, llega un momento en que el camino abandona el bosque y va más
tendido, a media ladera, lo que permite disfrutar de las vistas del
valle. Llegamos a una bonita torre medieval, ya muy cerca de Lárrede,
donde paramos a hacer unas fotos y disfrutar de las vistas.
Después proseguimos camino, y tras admirar la preciosa iglesia románica de
Lárrede, continuamos al principio por carretera y luego por una pista que sale
a mano derecha unos pocos metros más adelante. Vamos llaneando. y más adelante
la pista se convierte en sendero, hasta desembocar en el barranco de Oliván, el
cual tendremos que vadear por unas piedras que permiten el paso.
Después proseguimos por carretera dirección oeste, hacia la carretera nacional,
y tras cruzar el río Gállego, parte una pista a mano derecha, dirección norte,
paralela al rio, por la cual continuaremos el camino llaneando hasta Biescas,
realizando así los últimos seis kilómetros de recorrido. Todavía le dará
tiempo a Miguel de intentar montar en burro, aunque al final tiene que
desistir… otra vez será!!
Finalizamos cuatro horas y media después de partir, con la sensación de haber
realizado una ruta realmente completa, que conjuga naturaleza, paisaje,
arquitectura, llanos, subidas, pista, carretera, sendero… en fín, poco
más se puede pedir en 33 kilómetros de recorrido. Y con la sensación personal
de que Susín tiene algo especial, un halo de paz y belleza difícil de explicar.
Raúl, Miguel y Daniel
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